con certeza que son salvas: «el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios» (Romanos 8:16). El conocimiento del evangelio es doctrina y es experiencia; es palabra y es poder; es conocimiento, pero también es guía e intuición del Espíritu; es palabra pero también es Espíritu. Apela al intelecto, pero no elimina el sentimiento ni la emoción. La experiencia es legítima cuando está subordinada al texto bíblico, correctamente interpretado, sin prejuicios dogmáticos ni
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